Comiendo con José

 sergio enriquez

 Hace treintaicinco años, el cuatro de febrero del año de mil novecientos setenta y seis, Guatemala sufrió un terremoto que lastimó mucho nuestro pueblo; sin embargo, debemos saber que Dios puede convertir cualquier cosa que a nuestros ojos no sea convincente, en cosas maravillosas para que podamos ser bendecidos en todo momento porque todas las cosas ayudan a bien a los que amamos a Dios. Ese terremoto marcó nuestra vida del cual podemos decir que Dios permitió que tuviéramos un acercamiento verdadero hacia El, y así poder salir del acomodamiento en el que pudimos estar viviendo, no solamente en lo natural, sino, viviendo quizá una religiosidad que no nos lleva a ningún lugar. Lo asombroso es que hace doce años; volvimos a vivir otro terremoto, solamente que esta vez fue un terremoto ministerial con el nacimiento del ministerio apostólico de Ministerios Ebenezer el siete de febrero; siendo en esa fecha cuando nos visitaron un grupo de ministros para extendernos la diestra de compañerismo ministerial; hubo profecías de parte de Dios las cuales nos hablaron precisamente lo que estábamos viviendo un momento transicional por el hecho que tuvimos que salir de una misión en la cual Dios nos estuvo instruyendo, pero el tiempo del fruto sobre toda esa preparación había llegado y fue precisamente cuando Dios permite el nacimiento del ministerio apostólico para dar de comer al hambriento y cubrir al desnudo ministerialmente hablando. Pero el tiempo ha pasado y Dios ha sido bueno dándonos la victoria año con año hasta llegar hoy a los doce años de ministerio apostólico bendiciendo a Su Iglesia por medio de la sana doctrina que nuestro Señor Jesucristo nos revela constantemente.

Introduciéndonos propiamente en el tema central de esta oportunidad; debemos comprender que la Santa Cena no es un rito, no es algo que debamos hacer por religiosidad, sino que, es una ordenanza con propósito porque puede cambiar nuestra vida: si es indignamente, puede causar estragos en la vida de cualquiera, pero cuando se come dignamente, podría hacer que abra nuestros ojos espirituales completamente a tal grado en que podamos ver a Jesús.

Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al mayordomo de su casa: Haz entrar a estos hombres a casa, y mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía. (Génesis 43:16 LBLA)

José tenía trece años de no ver a sus hermanos, no obstante que ellos lo habían vendido, José no había dejado de amarlos; tuvo que ser una confabulación de sentimientos los que él experimentó porque también recordó el momento en el que sus hermanos lo traicionaron; pero cuando vio a Benjamín junto a ellos, su corazón se conmovió hacia el amor que les tenía y prefirió abrir las puertas de su casa, que enviarlos al desierto para que murieran, porque en algún momento pudo pensar que si a él lo habían vendido, ¿cómo le estaría yendo a su hermano Benjamín? sin embargo, al notar el trato que le daban a Benjamín; mostrándose muy cuidadosos, porque se habían arrepentido de haber vendido a José, él tuvo que quedar enternecido ante tanto amor. Todo esto es figura de la unidad que Dios desea ver en Su Iglesia, cuando nos acercamos a Su mesa en verdadera unidad.

Si el pueblo de Dios, supiera verdaderamente lo que es la unidad como la mantiene el Padre, el Hijo y El Espíritu Santo; podríamos ser invencibles en el mundo porque el principio bíblico dice que si uno vence a mil, dos vencerán a diez mil; el problema es que todos queremos ser vencedores por nuestro lado, y estamos es una supuesta victoria venciendo a mil cada uno por su lado, mientras que si nos uniéramos, podríamos vencer a ocho mil más que no estamos venciendo por no tener una verdadera unidad.

Volviendo al tema central; vemos en la cita anterior que José le habló al mayordomo de la casa; o sea; Jesús hablando a Sus ministros; porque debemos recordar que José es figura de Jesús y en este caso el mayordomo, es figura de los ministros de evangelio; entonces Jesús les dice que nos deje entrar a Su casa, o sea a su Iglesia porque nos acercaríamos a Su mesa para comer de El; lo cual debemos considerar un privilegio incomparable, el cual no podemos despreciar porque los que desprecian esa invitación, la Biblia dice que no se sentarán a la mesa de nuestro Señor Jesucristo; pero si aceptamos esa invitación, entonces tendremos unidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Cuando Jesús nos hace la invitación de acercándonos a Su mesa, para que comamos del cordero, para que comamos de El, en el momento de la Santa Cena, no estamos comiendo con Jesús porque para que podamos comer con El, debemos ir a Su palacios; ese día podemos decir que está muy próximo.

Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. (Proverbios 4:18 RV 1960)

Uno de los detalles que debemos comprender en todo esto es que el medio día al que se refiere la Biblia, es sinónimo de la perfección del día, cuando no haya sombra de nuestra vida pasada que podamos ver aun, sino que, toda Su luz cubrirá nuestra vida.

Y los hombres tenían miedo porque eran llevados a casa de José y dijeron: Por causa del dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez hemos sido traídos aquí, para tener pretexto contra nosotros y caer sobre nosotros y tomarnos por esclavos con nuestros asnos. (Génesis 43:18 LBLA)

Notemos que antes de comer, se empezaron a examinar a sí mismos; porque lo peor que habían hecho en su vida, como grupo familiar, cada uno lo podía recordar: habían vendido a su hermano José; pero habían situaciones que cada uno de ellos sabían, nadie más; esto es figura de lo mismo que debemos hacer nosotros, examinarnos antes de tomar la Santa Cena porque podríamos ser debilitados, enfermados o en el peor de los casos, morir por estar ocultando situaciones delante de Dios. Tampoco se trata de no tomar la Cena del Señor Jesucristo porque en ese caso estamos despreciando la invitación de Jesús. Lo que corresponde es que nos arrepintamos, que arreglemos lo que debamos arreglar en nuestra vida, pero no dejar de tomar la Santa Cena. Otro detalle que debemos considerar es que el día de la celebración de la Santa Cena, no es para estar juzgando a los demás, sino, un juicio a nosotros.

Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa, y dijeron: Oh señor mío, ciertamente descendimos la primera vez para comprar alimentos; y sucedió que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí, el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, todo nuestro dinero. Así que lo hemos vuelto a traer en nuestra mano. (Génesis 43:19-21 LBLA)

Los hermanos de José notaron que llevaban en sus costales el dinero que habían pagado por la comida; pero lo interesante es que lo notaron estando en la posada, no habían llegado a su casa, sin embargo siguieron su camino, pero el Espíritu los tuvo que redargüir y confesaron lo que habían encontrado, para devolverlo y estar en paz.

También hemos traído otro dinero en nuestra mano para comprar alimentos; no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales. Y él dijo: No os preocupéis, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os ha dado ese tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Entonces les sacó a Simeón. (Génesis 43:22-23 LBLA)

Después de haber confesado que llevaban algo que sabían que no les pertenecía, José les ministró paz, prosperidad, no los acusó en ningún momento.

Después el hombre llevó a los hombres a casa de José, y les dio agua y se lavaron los pies; y dio forraje a sus asnos. (Génesis 43:24 LBLA)

No podemos despreciar la invitación de Jesús en acercarnos a Su mesa, pero es necesario que nos lavemos de todo aquello que sabemos no es correcto, de todo aquello que es pecado, con el propósito que no seamos condenados con la Santa Cena, sino, bendecidos en todas las áreas de nuestra vida.

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