Dios provee, multiplica y aumenta – Pastor Cash Luna
Los cielos dan testimonio de quién es Dios y de lo que es capaz. La naturaleza se comunica y reconoce lo que Él produce y toda la creación lo alaba. Si todos los seres vivos lo adoran, con más razón debemos hacerlo nosotros, sus hijos, sin importar las circunstancias. Nuestro Padre puede manifestarse a nuestro favor en cualquier lugar, así que cuando nos sintamos indefensos confiemos que es Dios quien nos protege en todo momento y ante cualquier circunstancia. Su gloria está presente hasta en la voz de los niños.
Salmos 19:1-2: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.
Salmos 19:3-4 (DHH): Aunque no se escuchan palabras ni se oye voz alguna, su mensaje llega a toda la tierra, hasta el último rincón del mundo.
Salmos 148:7-9: Alabad a Jehová desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos; el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento de tempestad que ejecuta su palabra; los montes y todos los collados,
el árbol de fruto y todos los cedros.
Salmos 8:1-2: ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; de la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Para aprender a decir debemos aprender a ver. Nuestro lenguaje está íntimamente ligado a lo que percibimos. El peligro de esto es que si nuestra percepción es equivocada también lo serán nuestras palabras. ¿Cuál es nuestra percepción de Dios? No importa lo que hayamos perdido, guardemos un momento de luto, pero luego levantémonos a reconstruir y no permitamos que la adversidad nos detenga ni que interrumpa nuestra adoración. Si guardáramos silencio y no adoráramos a nuestro Padre hasta las piedras lo harán y sería penoso que sean ellas a causa de nuestra indiferencia.
Salmos 8:3-9: Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
Lucas 19:37-40: Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
Debemos ser buena tierra para la Palabra que Dios nos ha dado como semilla, por eso eliminemos de nuestra mente el concepto de escasez. Podemos comenzar con poco, pero debemos ir en aumento; empezar con una pequeña tienda, pero llegar a tener una cadena de supermercados: esa debe ser nuestra mentalidad. La expectativa y el crecimiento glorifican a nuestro Señor. El cristiano fructífero puede pedir al Padre lo que quiera y Él se lo dará.
Juan 15:7-8: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Lo que agrada a Dios no es la posición que ocupamos sino la función que ejercemos y nuestra capacidad de producción. Dar fruto es mejor que ser grande. Para los árboles es más importante el fruto que producen, lo que pueden ofrecerle a Dios, no su tamaño. Todas las personas que se enfocan en una posición y reconocimiento están caminando en el lugar incorrecto. Ofrecer, producir y servir es el camino que Jesús nos enseñó.
Jueces 9:8-15: Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.
Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.
Cuidémonos de la avaricia porque la vida de una persona no consiste en los bienes que posee. No solo se trata de producir sino de aprender a administrar. La parábola de la herencia no tiene que ver con la vida eterna sino con nuestra calidad de vida. No olvidemos que es Dios quien nos permite ser productivos.
Asociemos nuestra producción al Señor a través de nuestros diezmos y ofrendas, confiemos en que Él nos proveerá la semilla necesaria para sembrar y tener abundantes cosechas. Él es quien provee, multiplica y aumenta para que tengamos una vida productiva.
Lucas 12:13-21: Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
2 Corintios 9:6-10: Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre.
Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia.
Líder de influencia, fundador y pastor general de la iglesia Casa de Dios en Guatemala, dedicada a alcanzar personas y a cuidar de su crecimiento espiritual a través de grupos de amistad. Actualmente es una iglesia reconocida a nivel internacional, con más de 25,000 miembros.