La fe es determinante en la vida del cristiano, sin embargo, a pesar de saber que no debemos guiarnos por lo que vemos, a veces, cuando las cosas parecen no avanzar, nos desanimamos, nos deprimimos y cuestionamos. Cuando sabemos la Escritura, pero no tenemos fe, es como si solo tuviéramos el cascarón de un huevo y perdimos el contenido que realmente es lo que nos alimenta. Si tenemos conocimiento de la Palabra, lo que sigue es ponerla en práctica y activarla en nuestros pensamientos y acciones. Sin fe realmente no aprovechamos todo el beneficio que la Palabra de Dios tiene para nosotros. La Escritura es una semilla que debemos cuidar y abonar con fe. Cualquiera con un poco de memoria recita versículos, pero no es lo mismo saberlos que creerlos y dejar que esos versículos se hagan vida en nosotros.
Hebreos 11 nos habla de personas que “hicieron cosas” por fe, no que “dijeron cosas” por fe. Abel ofreció sacrificio, Noé preparó el arca, Abraham obedeció, salió y habitó en la tierra que Dios le mandó, incluso Sara actuó, porque recibió fuerza para concebir y dio a luz. Es muy difícil conjugar el verbo creer sin otros verbos; si digo “creer”, ¿con qué otro verbo lo demuestro?, ¿qué preparé, qué ofrecí, qué di, qué logré? Tus acciones son las que verdaderamente dicen en qué y en quién crees. Santiago dice que la fe sin obras está muerta, y ¡así es!
Cada vez que logras algo por fe, cobras confianza en que las demás promesas pendientes se cumplirán. Se renuevan tus fuerzas, en medio de las pruebas que enfrentas, y vaya que no son pocas. Sin embargo, no te quejes cuando estás en medio de una prueba, afróntala con fe porque esa situación es evidencia de que algo bueno viene. Cuando estás en la universidad y te llaman a hacer tu examen privado, claro que te pones nervioso, pero también es motivo de alegría y satisfacción enfrentar esa prueba porque implica la culminación de grandes sacrificios y alcanzar una meta. Si te ofrecen un trabajo y te hacen pruebas, es un honor, porque te están diciendo que eres digno de pasar por un proceso de selección. ¡Cuando salgas de la prueba verás la bendición! Ese es el enfoque y la perspectiva que nos ofrece realmente vivir por fe.
¿Qué cosas pueden estorbar nuestra fe? Por supuesto que alejarnos de Dios y caer en tentación, porque nuestra fe se fortalece al vivir junto al Señor, pero siempre es posible retomar el camino correcto y vivir por fe. Es maravilloso ver que en el Nuevo Testamento no se escribe sobre los pecados de los hombres que le creyeron a Dios, los protagonistas del Antiguo Testamento, porque sabemos que Dios toma nuestros pecados y los arroja al fondo del mar para no recordarlos más, así que cuando el enemigo quiera recordártelos, tú recuérdale su futuro de derrota. Nota que los hombres que le creyeron a Dios no eran perfectos, sino que se perfeccionaron por la fe. Abraham, Moisés, Sansón, David, todos cometieron errores. ¿Por qué te martirizan tanto los pecados del pasado? Porque no has terminado de creer que la sangre de Jesús es suficiente para renovarte y ese es el primer paso de fe que debes dar para avanzar hacia una mejor y mayor expectativa de lo que nuestro Padre desea que alcancemos. Si no te sientes digno de la salvación, tampoco te sentirás valioso como para prosperar en todas las áreas como un hijo de Dios, nacido de nuevo por fe. Así que cambia esa percepción de culpa y derrota, Jesús es el único que puede salvarte y redimirte, si lo crees y lo demuestras con acciones, nuevas puertas se abrirán, porque tu fe irá madurando y creerás por más, y te esforzarás alcanzar por todas las promesas escritas en la Palabra.
Además de redimirnos, ¡Jesús fue un maestro para enseñarnos a conocer al Padre, confiar en Él y pedirle! Santiago dijo que no tenemos porque no pedimos y cuando pedimos, lo hacemos sin fe. Y es cierto porque nos han enseñado que pedir a Dios por lo que necesitamos y soñamos es malo, pero esa perspectiva es un error que nos limita. En la Escritura leemos mucho sobre pedir y confiar en Dios. Especialmente hay dos versiones al respecto, en Mateo dice que al pedírselo, nuestro Padre nos dará todas las cosas así como nos dará al Espíritu Santo, y en Mateo dice que nuestro Padre nos dará buenas cosas al pedírselas[1]. Por lo que está claro que podemos y debemos pedir al Señor, quien es nuestro Padre y nos ama. ¿Acaso los hijos no piden? ¡Sí lo hacen y todo el tiempo, porque dependen totalmente de nosotros, sus padres! Entonces, si nosotros que somos humanos, le damos a nuestros hijos lo que nos piden y más, si podemos, ¿cómo nos atrevemos a pensar que Dios será diferente? Dios es nuestro Padre y nos ama, jamás nos dará algo malo, siempre nos dará bendición y en abundancia. Algunos dicen: “Esta enfermedad me la envió Dios para que aprenda”. ¡eso es una mentira, así que no lo digas! Porque ningún padre haría semejante cosa, menos Dios. ¿Por qué pensamos que para el Señor lo material no es importante si creó todo lo que vemos y tocamos, incluyendo nuestro cuerpo y mente? Nuestra configuración como seres humanos es para habitar en un mundo material. Así ha sido Su voluntad y sin dudarlo, nos dará abundantemente lo que necesitemos[2].
En la Biblia leemos que el deseo es que prosperemos en todas las cosas, es decir que tengamos éxito, salud y felicidad en cada área, así como buscamos prosperar en los temas espirituales y del alma[3]. Creo que hemos mal interpretado este pasaje porque no significa que si tu alma prospera todo prosperará, sino que debemos aplicar la sabiduría de la Biblia para prosperar en todas las cosas así como las aplicamos para prosperar nuestra alma. Así como buscamos la verdad en la Palabra para dejar a un lado el pecado, debemos encontrarla para tener salud y buena economía, ya que Dios quiere que prosperemos en todo. Debemos dar fruto en cada área, en el espíritu con amor, paciencia, benignidad, y también en la salud comprometiéndonos a comer bien y hacer ejercicio, y en la economía al creer y trabajar con dedicación, porque de todo eso nos habla la Biblia. Dios quiere encontrar gente que le crea toda la verdad para el alma, para el cuerpo, la familia y la economía. Si le pedimos pan, no nos dará una piedra, sino un baguette preparado con toda clase de delicias; si le pedimos un huevo, no nos dará un escorpión, sino un sabroso omelette; así que veamos a nuestro Padre como es, amoroso y generoso en extremo, porque proveer es una demostración de amor. Si eres quien provee en tu casa, comprenderás en toda su dimensión el amor inagotable del Señor, quien nunca te desamparará, siempre estará contigo, ¡créelo!
Saca de tu mente la mentira de que a Dios no le interesa tu bienestar en lo material, porque solo Él es quien puede prosperarnos en todo. De nadie más vendrá tu provisión para el espíritu, el alma y el cuerpo, cambia esa mentalidad para liberarte de la preocupación y el afán.
Además, hay que saber que en nuestra vida de fe no siempre todo saldrá bien. Yo he sido de las personas que más se ha equivocado, y mi fe no decae. Pedro se hundió cuando caminó sobre el agua, pero se atrevió a intentarlo, y te aseguro que para Jesús fue más la emoción de ver que tuvo la fe para hacerlo, que la decepción de ver su miedo al final.
Si crees la Palabra de forma integral, hoy comienzas a caminar en un nuevo nivel de fe, con una mejor y mayor expectativa de lo que el Señor puede obrar en tu vida. Dile a tu Padre: “En el nombre poderoso de Jesús, admito que la fe es mi recurso más poderoso. Te aseguro que voy a caminar por fe, no por vista, aunque me caiga, aunque me equivoque. Gracias, Padre, porque sé que Tu bendición se hará realidad en mi vida”.
[1] Lucas 11:9 recuerda: Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Mateo 7:7 también dice: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
[2] Efesios 3:20 asegura: Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.
[3] 3 Juan 1:2 explica: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.