Como preámbulo al presente tema, es necesario hacer mención que debemos tener cuidado cuando accedemos a que nuestros hijos reciban algún tipo de deporte relacionado con las artes marciales y orientales, porque como parte de su entrenamiento, los hacen repetir gritos agresivos, frases que desconocen su significado, y en ocasiones se tratan de invocaciones a entidades dichas en otros idiomas; este tipo de práctica surge porque algunos padres con la intención de evitar que sus hijos sean agredidos por sus compañeros o amigos, los instruyen en estas artes; sin embargo, esto no es necesariamente lo correcto, sino, debe haber una enseñanza de paz para no llegar a extremos. En ocasiones, al no tener suficiente instrucción como padres para educar a nuestros hijos, cometemos serios errores; no obstante podemos ver el ejemplo de un médico para prescribir medicamentos previamente debió recibir 14,000 conferencias; sin embargo, para ser padres no recibimos ninguna conferencia o instrucción, y no porque sea menos importante que ser médico, sino, porque la misma humanidad no le ha marcado la importancia debida y eso ha hecho que en la sociedad haya muchos grupos que no lograron adaptarse a una sociedad, dentro de lo que podemos considerar como normal.
Es muy probable que de la noche a la mañana hayamos recibido la responsabilidad de ser padres, y es en este momento cuando empezamos a cometer errores, siendo uno de ellos no aplicar la corrección de la manera como quiere El Señor Jesucristo, porque según La Biblia debemos instruir, luego viene la enseñanza (porque la enseñanza envuelve a la instrucción), después viene la corrección y por último el castigo, el cual debe estar basado en varias prohibiciones y limitaciones, antes de aplicar el castigo físico. Lamentablemente, en nuestro medio no es así, porque generalmente se empieza con castigos físicos. Existen algunos castigos que se clasifican como agresiones de índole criminal, y para esto la Biblia dice: «…lo que el hombre sembrare eso también segará…», de esto surge, que cuando nuestros hijos sean adultos, nos pueden devolver esa misma violencia, y con esto no nos estarán honrando como padres y consecuentemente no ganarán bendiciones de parte de Dios.
Lamentablemente, hemos adoptado conductas violentas de nuestros ancestros y luego queremos transmitir lo mismo a nuestros hijos, siendo lo correcto que primero les enseñemos a dialogar, porque como ya vimos, cuando llegan a ser mayores hacen justicia por su propia parte, lo que puede conducirlos a la cárcel. Si nuestra casa es la tienda de los justos, habrá gritos, pero de júbilo y salvación, pero si nuestra casa es la tienda de los injustos, habrá insultos, peleas, contiendas, agresiones y maldición.
Cuando Saúl se dirige a su hijo Jonatán, lo hace diciéndole hijo de perdición y de la perversa, de esa misma forma, cuando una persona es insultada en su casa, eso se convierte en una maldición que debe ser eliminada en el nombre de Jesús con la ayuda de un ministro, porque Dios ha dejado una casa para que en ella haya alegría y gozo.
Se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: ¡Hijo de perversa y rebelde! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de Isaí, para tu propia vergüenza y para vergüenza de la desnudez de tu madre? (1 Samuel 20:30 LBLA)
Si no podemos llevar bien y en paz nuestra casa, debemos acudir a la Biblia donde dice que a paz nos llamó El Señor.
LOS CIRULOS VIRTUOSOS DE LA ALEGRÍA
Cuando un hombre es recién casado, no saldrá con el ejército, ni se le impondrá ningún deber; quedará libre en su casa por un año para hacer feliz a la mujer que ha tomado. (Deuteronomio 24:5 LBLA)
El anterior versículo, vemos que cuando alguien era recién casado, no era asignado a la guerra ni a ninguna otra cosa que lo ocupara; se trataba de un tiempo sin salir a la guerra ni hacer otra cosa más que alegrar a la esposa. Una de las preguntas que surges es: ¿por qué? y otra es: ¿cómo? Sin duda, no se trataba solamente de dedicar tiempo para atender el aspecto sexual, sino de alegrarla en todo el sentido de la palabra. Si no hemos tenido tiempo para alegrar a nuestra esposa desde el principio de nuestro matrimonio, todavía estamos a tiempo.
Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé? (2 Corintios 2:2 RV60)
Si tomamos un año entero para alegrar a nuestra esposa, se convertirá en un círculo virtuoso, porque luego será ella quien nos alegre. Los cirulos, tanto virtuosos como viciosos se pueden romper, por ejemplo: un círculo vicioso se puede romper cuando se da una respuesta blanda que aplaca la ira, haciendo que baje el tono de la discusión; de la misma manera, se puede romper un círculo virtuoso cuando alegramos a nuestra esposa, pero si ella no hace lo mismo, provoca que el efecto se pierda.
La Biblia dice que el hombre que teme a Jehová, su mujer será como una vid plantada en los lugares interiores de su casa, y sus hijos serán como planta de olivo alrededor de su mesa; donde la vid es la mujer. La vid es la mujer que reconoce cuál es su papel en la casa, que no es gobernar sino alegrar.
Si logramos encajar por El Espíritu Santo, llegaremos a cerrar estos círculos. Si alegramos seremos alegrados, si entristecemos seremos entristecidos. El alegrar nuestra esposa se trata de un cirulo virtuoso que empieza por atender a nuestra esposa en todos los ámbitos que encierra el matrimonio; no la entristezcamos porque de esta forma la haremos llorar, y en esto dice el Libro de Malaquías: «…cuando traes oración al altar yo no te la oigo, porque has llenado de lágrimas el altar, con lágrimas de tu esposa…»
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. (Éxodo 4:14 RV60)
El tiempo que estamos viviendo es estresante y consume el tiempo de los cónyuges, las parejas no comparten tiempo, la vida familiar casi es anulada por las actividades de trabajo y compromisos sociales; sin embargo, si desde el principio del matrimonio nos acostumbramos a compartir tiempo juntos, se nos alegrará el corazón. Si permanecemos constantemente en casa, de alguna manera creará seguridad, certeza y alegría, porque allí estaremos para defender a nuestra familia. Alegremos su corazón a estar con ellos el mayor tiempo posible, y eso repercutirá positivamente en nuestro hogar, convirtiéndose en un espiral que nos subirá al cielo. Necesitamos alegría en nuestra casa.
Allí también vosotros y vuestras familias comeréis en presencia del SEÑOR vuestro Dios, y os alegraréis en todas vuestras empresas en las cuales el SEÑOR vuestro Dios os ha bendecido. (Deuteronomio 12:7 LBLA)
El versículo anterior nos habla de la presencia de Dios que nos catapulta hacia la verdadera felicidad, y es más específico cuando buscamos de Su presencia, cuando emprendemos una empresa, juntos; ésta será de todos, y todos contribuirán a su engrandecimiento, gozándose en los logros obtenidos como un esfuerzo conjunto. El ministerio del Señor se debe realizar a través de la familia, donde todos deben participar y regocijarse en lo mismo. Si queremos alegrar a nuestra esposa, nuestras posesiones deben ser de nuestra familia y no solo nuestras, incluso la alcoba es de ambos, por lo que debemos ser considerados con nuestra esposa y buscar la forma de no molestarla con algunos hábitos que podamos tener al momento de dormir.
Y os alegraréis en presencia del SEÑOR vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que vive dentro de vuestras puertas, ya que no tiene parte ni heredad entre vosotros. (Deuteronomio 12:12 LBLA)
Existen varones, incluso cristianos que le impiden a la esposa asistir a la Iglesia, imponiéndoles trabajos y tareas como requisito para poder acudir, cuando ellas por fin llegan a la Iglesia, se derraman ante El Señor Jesucristo porque saben que tienen que sujetarse. Existen hombres que se justifican en que son cabeza del hogar para tener a la esposa atemorizada en todo momento; pero la realidad es que no debemos impedir que ella busque de la presencia de Dios, porque de ello depende la alegría de nuestro hogar.
El pueblo de Bet-semes estaba segando el trigo en el valle, y alzaron sus ojos y vieron el arca, y se alegraron al verla. (1 Samuel 6:13 LBLA)
Si hemos resucitado con Cristo, debemos ver las cosas celestiales, porque cuando alzamos nuestros ojos, viene nuestro socorro de parte de Jehová. Tenemos que alzar nuestros ojos y ver las maravillas del cielo, porque de esta manera veremos la grandeza del Señor y nuestra pequeñez. Alcemos nuestros ojos y regocijémonos.
Proclamemos con nuestra voz una bendición en nuestra casa para que llegue la alegría en vez de tristeza y gozo en vez de llanto, como dice el libro de Isaías en su capítulo 61. El Señor Jesucristo vino a ordenar alegría para nuestra casa y nuestros hijos, lo que ahora nos corresponde es aferrarnos de esa palabra y poderla vivir al máximo en nuestra familia.
Y dijeron a los mensajeros que habían venido: Así diréis a los hombres de Jabes de Galaad: «Mañana cuando caliente el sol seréis librados.» Entonces los mensajeros fueron y lo anunciaron a los hombres de Jabes, y éstos se regocijaron. (1 Samuel 11:9 LBLA)
Lo que sucede en el contexto del versículo anterior es que existía un enemigo de Israel que los estaba asediando y les quería quitar a sus mujeres y sus hijos llevándolos de esclavos, también intentaba despojarlos de sus riquezas, y como si esto fuera poco, intentaba arrancarles el ojo derecho a todos los varones; ante esto, Samuel se llenó de ira y le cayó la unción del Espíritu Santo, diciéndole a su pueblo: «…mañana seréis librados…», con esto el pueblo se regocijó.
Si queremos regocijar a nuestra amada démosle noticias de libertad, esperanza y alegría, demostrando con ello el amor de Dios. Como hemos visto, lo más poderoso que tiene una mujer es el vientre, recibe un esperma microscópico y lo convierte en un niño; lo mismo sucede en el ámbito espiritual, devuelven un buen fruto si la semilla es buena. Bendigámosla entonces y oremos por ella, amémosla.
Y sucedió que cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se alegró mucho y dijo: Bendito sea hoy el SEÑOR, que ha dado a David un hijo sabio sobre este pueblo tan numeroso. (1 Reyes 5:7 LBLA)
Salomón quiere decir pacificador también significa alegría. Pacifiquemos las cosas en casa, y aunque a veces no podamos evitar un enojo; nuestros hijos deben ver que también hay reconciliación. En la casa donde hay niños que ven que el padre le pega a la madre, quedan marcados en su alma y cuando son adultos y contraen matrimonio, buscan aplicar lo mismo que vivieron en la casa de sus padres.
Y todo el pueblo del país se regocijó, y la ciudad quedó tranquila, porque Atalía había sido muerta a espada en la casa del rey. (2 Reyes 11:20 LBLA)
Atalía, descendiente de Jezabel era una criminal y su nombre significa: «a quien Dios aflige». Cuando la espada de La Palabra llega y mata esos espíritus jezabélicos, destruye las aflicciones que incluso causa que las personas presenten enfermedades físicas.
Nuestra vida antes de llegar a Cristo no podría ser alegre, sino llena de tristeza y dolor; pero cuando conocimos al Señor Jesucristo las cosas cambiaron, porque El ha cambiado nuestro lamento en baile y es precisamente eso mismo lo que debemos ministrar a nuestra familia.