Texto: 1 Pedro 5.5-7 : “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros
1. ¿QUÉ SIGNIFICA LA MANO DE DIOS?:
La mano de Dios es la mano protectora, es la mano del Padre que ama a su hijo y lo dirige por sendas correctas. Un padre en su verdadero juicio no va a pretender de que algo malo le ocurra a su hijo, lo va a llevar por sendas correctas, sendas donde no haya nada en que el niño pueda tropezar, sendas donde el niño no se pierda.
El niño tiene esa sensación de paz y de tranquilidad, camina por lugares donde nunca ha transitado, sin embargo confía en la mano de su padre que lo guía. El Señor está hablando en su Palabra de la mano de Dios que nos lleva a lugares donde nunca hemos estado y que nos dice que debemos estar confiados, que debemos sujetar nuestras manos a la mano de Dios.
Cuando habla de sujeción, cuando habla de humillarse bajo la mano de Dios, está diciendo: “confía en su poderosa mano porque Él sabe lo que hace, Él cuida de ti”.
Uno de los resultados de estar tomado de la mano de Dios es que no tengamos ansiedad y la ansiedad es el fruto de lo desconocido. Cuando uno tiene planes, metas, sueños, cuando uno quiere que algo suceda y no conoce lo que viene comienza una ansiedad.
La ansiedad es el resultado de lo que desconocemos.
Hay una presión arterial de consultorio. Existe la presión arterial fuera del consultorio y la presión arterial cuando uno ve al médico vestido de blanco, porque usted está pensando qué tengo, qué me va a decir. También podemos decir que hay una ansiedad espiritual, una ansiedad producto de lo que no sabemos, de lo que esperamos y parece que se retarda, que no llega.
El Señor relaciona la mano con la ansiedad y dice:
a. Que el que se toma de la mano de Dios será exaltado, será promovido.
b. Que Él te provee y que no estés ansioso.
Todos nosotros muchas veces pasamos por circunstancias, donde necesitamos confiar en esa mano protectora que nos dice: “No temas, yo te llevo, yo te tomo por mi mano derecha y no te dejaré hasta que llegue y haga contigo aquello que me he propuesto hacer”.